lunes, agosto 30

El repaso (I): los españoles

Apagado el pebetero, es hora de recapitular. Es el turno de los inevitables balances, odiosos en ocasiones, especialmente cuando hay quien parece no tener más interés que colgarle las medallas a algún gobierno, sea el entrante o el saliente. Además, el fin de los Juegos nos concede el respiro que no hemos tenido a lo largo de quince días para sentarnos a escribir sobre lo que hemos visto en Atenas. Comenzamos por la representación patria.

1. Creo que en España tenemos un problema con la expresión “opciones de medalla”. Retenemos el segundo hemisferio, “medalla”, y desechamos el primero, “opciones”. Y al final nos frustramos, claro.

2. Los resultados no están mal, pero tres oros suenan a poco. Podremos decir de una vez que el deporte español ha crecido desde Barcelona 92 cuando consigamos las mismas medallas que entonces (22) sin el factor ambiental a favor. Y sabiendo que muchos éxitos no se miden con medallas.

3. Tampoco estaría mal que el abanico de disciplinas en que subimos al podium se fuera ampliando. En Sidney falló la vela como en Atenas lo han hecho el judo y el taekwondo. ¿Para cuándo un plusmarquista mundial de los 100 metros lisos?

4. Cinco únicas disciplinas aportan 12 de las 19 medallas: ciclismo en pista (4 medallas), la vela (2), la hipica (2), el piragüismo (2) y la gimnasia (2). Es decir, que el 17% de los deportes le otorga a España el 63% de las medallas.

5. Coincido con el editorial de hoy de El País: Deferr, Cal y Gasol son los españoles que salen por la puerta grande de Atenas. Lástima que Gasol lo haga con las manos vacías, y que Paquillo Fernández tuviera que conformarse con la plata.

6. No me gustan los lamentos por los deportes de equipo. Ya sabíamos que hacer una buena primera fase, inmaculada en el caso del baloncesto masculino, no sirve de nada cuando llegan los cruces. Una vez más, a España le ha faltado rematar, ya que ninguna derrota fue aplastante y tuvo varias victorias a su alcance. Esto sí que es lo de siempre.

7. ¿Por qué somos tan malos en natación? Phelps desayuna cada día doce huevos fritos con tostadas y un melón. Igual es eso.

8. Las decepciones en tenis y el ciclismo en ruta no me parecen fracasos, ya que se producen por causas coyunturales. El tenis español goza de buena salud y una carrera de un día, muchas veces, no es más que una lotería.


viernes, agosto 27

Los grandes no lloran

Cuando el Rey presencia una competición y los deportistas españoles ganan, invariablemente se dice que don Juan Carlos es talismán. Puesto que ayer Su Majestad acudió al baloncesto y España perdió, ¿es lícito asegurar que don Juan Carlos es gafe?

La derrota ha abierto una leve brecha entre quienes culpan a los árbitros y los que no. No seré yo quien diga que el arbitraje fue bueno, pero la excusa arbitral es patrimonio de equipos pequeños, y éste no lo es. Ha generado una ilusión y, pese a la derrota, no ha desilusionado. Ayer nos llevamos un mazazo, pero estamos deseando verles en el próximo torneo. Igualito que en la Eurocopa, vaya.


jueves, agosto 26

Un weblog para los que pierden

Ayer, a través de la web de As, supe de la existencia de un weblog canadiense que, a contracorriente, como el salmón, se dedica a registrar las peores actuaciones de los juegos. Eso sí: no vayan a creer que As enlazaba a la bitácora en cuestión. Ni siquiera daba la dirección. Si se maneja en inglés y siente curiosidad por conocerlo, entre haciendo click aquí.


miércoles, agosto 25

España, temida y temible

La selección de balonmano cayó como suele hacerlo (o solía, ya ni eso) la de fútbol: después de un gran partido en el que, por momentos, llegó a rozar las semifinales con la yema de los dedos. Y en los penaltis. A pesar de la exhibición Barrufet, colosal, heroico, España murió seca, incapaz de embocar una sola vez desde los siete metros. Una lástima, porque el equipo había logrado transmitir buenas vibraciones en la primera fase y transformar en ilusión el escepticismo inicial. Al revés, los hombres del waterpolo siguen con vida pese a sus deslices, que han sido varios. Gracias a una carambola: Grecia ganó a Italia. Lástima que otra selección anfitriona, la de baloncesto, no nos hiciera un favor semejante. El rival en cuartos será el más temido: Estados Unidos. Es el premio que recibimos por acabar la primera fase invictos y primeros de grupo.

Cierto es que Estados Unidos no es insuperable. Ha perdido con Puerto Rico, de paliza, y Lituania. Deambula por Atenas como un caótico conjunto de egos que hace años se hubiera paseado sin excesivos problemas. Pero no ahora. En medio de la era de mediocridad que gobierna el baloncesto FIBA, los jugadores europeos (y chinos, y argentinos, etc.) superan todos los listones. Han incorporado a su repertorio un plus competitivo que muy pocos habían conquistado antes. Adquirido en Estados Unidos, trasciende lo técnico y otorga un don vital: elimina complejos. España lo tiene en Pau Gasol y, por contagio, en sus compañeros. Algunos fueron campeones del mundo junior en el 99, doblegando, precisamente, a los americanos, y repitieron hace dos veranos en el mundial (senior) de Indianapolis, con la quinta plaza en juego. Son los americanos los que deben temer a España. De hecho, ya la temen. La todopoderosa NBC ha modificado el horario del partido para alejarlo de su audiencia, a la que esta “constelación” NBA sólo le provoca sonrojo. Cuando se produzca el salto inicial, en Nueva York serán las 7:30 de la mañana y en Los Ángeles las 4:30. La primera batalla está ganada. Lástima que, para luchar por las medallas, sólo valga la segunda. España también puede ganarla.


viernes, agosto 20

Ahora le toca a España



Hace unos años, selecciones como Yugoslavia o la Unión Soviética orbitaban inaccesibles para el baloncesto español, aunque en Los Angeles viviéramos una fenomenal excepción. Pero cuando el azar nos colocaba a estos bichos como compañeros de cama en Mundiales, Juegos Olímpicos y Europeos, ya contábamos el partido como una derrota el mismo día del sorteo. Hacíamos cábalas de antemano. Mañana, en cambio, afrontamos a Serbia, heredera yugoslava, como favoritos indiscutibles. La derrota sería una sórpresa. Vaya giro extraordinario éste para quienes antes nos conformábamos con aguantar las opciones hasta los cinco últimos minutos. En ese punto, Sabonis, Petrovic y compañía se enchufaban al partido, apagaban la luz y nos dejaban con cara de tontos, sin más aspiración que la de cosechar una derrota digna y decorosa. Italianos y argentinos, por tanto, deben estar contentos: aguantaron el tirón bien, muy bien. La rueda gira, y a España ahora le toca disfrutar de las alturas. Que no se rompa.


No era Gatorade



Mi despertador me ha sobresaltado esta mañana antes de las nueve. En plenas vacaciones. Un hecho inédito que, sin un tren que coger o un avión al que subirme, constituye un colosal sacrificio. La cosa tenía su truco. Se trataba de encender la tele y ponerme a las órdenes de Paquillo: si marchaba lejos de las medallas, me volvía a la cama; si conservaba opciones, me tocaba preparar café. Así que me ha tocado enfilar el pasillo rumbo a la cocina mientras él hacía lo propio hacia el estadio olímpico, con su famosa cubierta de Calatrava. Ha merecido la pena, aunque el oro haya volado a Italia (qué mal llevo lo de que nos ganen estos tipos).

A veces me vuelvo un resultadista, lo confieso. Y lo que Paquillo Fernández se merece es apoyo incondicional, a prueba de desvelos, cafés y despertadores. Es un luchador y ha vivido meses muy duros. La plata le ha sabido a oro, aunque el italiano le haya batido por apenas 20 metros. Lástima que el de Guadix llegase mermado al último kilómetro. Lástima que, al final los vómitos le estuvieran ya asomando por la campanilla. No, lo que estaba haciendo nada más cruzarla línea de meta no era escupir Gatorade. En cualquier caso, enhorabuena a este fenómeno. “Mi palmarés es impresionante”, ha dicho en la entrevista con TVE sin el menor asomo de prepotencia, con la sencillez de quien agradece a la fortuna que haya sabido compensar sus esfuerzos. No era Gatorade.